lunes, 10 de enero de 2011

Niño con cabeza de profiterol

Buenas noches, dos puntos:
Imitando a Tim Burton, en su libro de poemas "La meláncolica muerte de chico ostra", escribí este bonito poema para mi querida Nat.

Quién iba a pensar
que una inocente velada
iba a desencadenar
semejante drama.

Tras una cena empachosa,
como manda la tradición,
llegó la hora del postre,
deliciosa tentación.

A la chica le entraron ganas
de comer profiteroles,
pero el chef era malvado
y no cumplió sus peticiones.

-El chef está ocupado,
no los puede preparar.
¿Desea usted un helado
con nata montada a rebosar?

-La nata montada
metasela donde le quepa.
¡Esto es un escándalo!
Quiero poner una queja.

La chica puso su queja
y el chef la maldijo:
- ¡Qué tu antojo incumplido aparezca
en la cabeza de tu hijo!

Los años pasaron
y los hechos
de aquella noche
de su cabeza volaron.

La chica quedó embarazada
y la embargó la ilusión,
sin saber que a los nueve meses
recordaría su maldición.

Llegó la hora del parto
y entre contracciones y un gran dolor
se llenó el ambiente
de un delicioso olor
a chocolate caliente.

¡Pobre chica que no satisfizo su antojo!
Quedó horrorizada,
porque su hijo nació con sus ojos
y con la cabeza profiterada.

Moraleja: Si no satisfaces tus antojos tu niño/a será rarito, pero delicioso.
Fiiiiin.

2 comentarios:

Natalia Fernández dijo...

Probablemente el mejor poema jamas escrito!!! Por cierto, con las prisas has puesto hijos en vez de ojos!

Lau dijo...

jajaja, todos nuestros poemas son maravillosos. uuuuuh! pues menos mal que me has avisado!