lunes, 27 de diciembre de 2010

Viaje a la italiana: quinto día

24 de octubre


Querido diario, dos puntos.
En el desayuno (sólo quedaban tres magdalenas) hemos conocido a la señora que quería aprender a hablar español y que había sido bailaora por los años 80. Después hemos conocido al muchacho amable pero sin nombre de la pensión y Ju ha hablado con él en italiano muy bien.
Hemos subido en bus al Monte Miniato y a la Plaza de Miguel Ángel, donde había otro David muy desmejorado. Allí también encontró Nat el abanico de abuela.
Hemos vuelto a la pensión para que Ju cogiera su maleta y hemos ido a acompañarla a la estación para despedirla.


Vista de Florencia



Nat y yo hemos comido en el sitio famoso, típico y maravilloso de los hermanos Fratellini, ñam ñam, no defraudan nunca al igual que los murcianos. Nos los hemos comido mientras hacíamos la cola para entrar a los Uffizzi. La cola ha durado millones de horas. Delante teníamos a las americanas, luego ha llegado la inglesa lechona, también estaba la señora alemana o del este que tenía más cara que espalda. También estaba el señor imbécil del museo.
Por fin conseguimos entrar y hemos visto la bonita colección de reyes y emperadores del mundo, muy amplia desde luego. Tambien hemos visto “El nacimiento de Venus” y “La primavera” de Boticcelli. Tras varias horas y un buen paseo hemos acabado de verlo. Nuestro próximo deseo: comernos un helado sentadas. Gracias caballero por el helado de pannacotta, delicioso.



En la Feria de la comida había cosas deliciosas pero muy caras, y un señor con un puro haciendo bocadillos que a Nat no le ha inspirado confianza. Tambien por allí, hemos visto el diminuto y falso rastro. Hemos vuelto en bus, donde estaba la señora enfadada. Hemos cenado en la gruta di Leo, en plan despedida dolorosa.
Vuelta al youth, aunque casi nos atropella un autobús.
¡Ciao!

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